miércoles, 15 de diciembre de 2010

ELEVO MI ALMA A TI SENOR



(Bendecire a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.  En Jehová se gloriara mi alma”  Sal.34:1,2
“Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides halla frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no halla vacas en los corrales; con todo, yo me alegrare en Jehová, y me gozare en el Dios de mi salvación”
Hab.3: 17-18)

ELEVO MI ALMA A TI SENOR   

¡Elevo mi alma a ti Señor!
Cuando la noche es obscura
Cuando no hay paz en mi interior
Cuando de mí ha huido la cordura

¡Elevo mi alma a ti Señor!
Cuando veo que no hay respuesta
Cuando estoy corriendo con temor
Y cuando se ha cerrado la puerta

¡Elevo mi alma a ti Señor!
Cuando mi alma esta triste
Cuando necesito de ese amor
Que al salvarme tú me diste

También, ¡Elevo mi alma a ti Señor!
Cuando tengo en mi gran gozo
Cuando siento en mí tu amor
Que hace todo más hermoso

¡Elevo mi alma a ti Señor!
Al ver lo mucho que amaste
Sabiendo de la cruz y su dolor
Aun así tu vida entregaste

¡Elevo mi alma a ti Señor!
Cuando pienso en el tiempo sin final
Donde unidos en tu gran amor
Nada ni nadie, me lo podrá robrar

Muchos creyentes solo vienen al Señor cuando todo les ha fallado, mientras que otros solo vienen a su precencia cuando todo les sale bien.  Dios nos ha salvado para que vivamos vidas en comunión constante con él. Jesus anhela tener comunión con nosotros, no importa cómo nos sintamos, el todavía está esperando que vengamos a él. 
Hace años atrás, al meditar en esta verdad me puse a escribir sobre todas las ocasiones en las cuales he venido delante del Señor, y cuál era la condición de mi vida en ese momento. Aun cuando no tenía nada que ofrecer a Dios, sino solo peticiones, o rogando por aquello o lo otro, en todas fui recibido, amado, y salí al venir a el, mas vacio de mi y mas lleno de él.
Por este motivo, especialmente en estos tiempos de presiones, y de angustias, y de recuerdos tristes, o alegres, o de victoria, vengamos a él, que nos está esperando.

Con amor, Carlos Rincon III