Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y
dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos? (Juan 6:9 RV 1960)
En muchas ocasiones en la vida, y en el ministerio yo personalmente he
sentido exactamente lo que los discípulos le dijeron ese día a Jesús. Una de
las constantes que siempre nos detiene de hacer algo en la vida es cuando
comparamos nuestros recursos con los sueños o desafíos que Dios pone en
nuestros corazones. Por un lado su voz nos declara con “ímpetu” en el corazón “alimenta
las multitudes” o has esto o aquello, y al ver la realidad de nuestros recursos,
habilidades, y capacidad, respondemos con el mismo sentir que dijeron los discípulos;
¡No se puede, no es posible! ¿Qué es esto para tantos?
Pero en Jesús, los sueños que él ha puesto en nuestra vida, son posibles
aun a pesar de todo el sentir, o la realidad de toda nuestra insuficiencia. ¿Qué
es lo que he aprendido en estos años de caminar con el Señor que debemos hacer
cuando me encuentro ante esta situación?
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En primer lugar,
necesito estar seguro que estoy escuchando su voz. Sin esta convicción no es posible
dar otro paso en la vida.
·
En segundo, lugar
debo examinar mis motivos porque lo quiero hacer; ¿a quién va a beneficiar? ¿Quién
recibirá la gloria?
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En tercer lugar,
comienzo donde estoy, y con lo que tengo.
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Por último,
continuo encaminándome al sueño o visión esperando que Dios hará algo que me sorprenderá,
y en la cual, solamente El recibirá la gloria. En el evangelio de Juan, fueron
unos cuantos peces, y uno panecillos de un niño, en la historia de Elíseo y la
viuda fue el aceite, y las vasijas, en el ciego fue lodo y el agua del estanque.
En mi vida ha sido personas, que menos pensaba, dinero que llega
inesperadamente, recursos que “aparecen” como de milagro (no podía ser de otra
manera), deudas que se cancelan, en fin Dios obra inesperadamente.
Gracias que en nuestra insuficiencia tenemos tan lejos como nuestra fe,
todos los recursos del reino de nuestro Rey Jesús.