lunes, 15 de noviembre de 2010

La Visión Que Viene de Dios

Mas ella,  cuando le vio,  se turbó por sus palabras,  y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo:  María,  no temas,  porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora,  concebirás en tu vientre,  y darás a luz un hijo,  y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande,  y será llamado Hijo del Altísimo;  y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre,  y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel:  ¿Cómo será esto?  pues no conozco varón.
(Lucas 1:29-34 RV60)


En primer lugar, va mas allá de lo que humanamente pensamos que podemos hacer. Ese es el significado de la pregunta de María, Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto?  Pues no conozco varón. (Lucas 1:34 RV60) ¿Cómo puede ser una visión de parte de Dios si no necesitamos su ayuda? Si la visión que Dios nos da nos “estira” nuestra fe, y nos lleva mas allá de nuestros límites, lo más seguro es que no es una visión de Dios. Al darnos esta visión no solamente nos esta desafiando, pero en el proceso de cumplirla seremos transformados. Una visión que no nos transforma no es una visión de Dios.
En segundo lugar, Dios nos lleva a personas que han recibido una visión de Dios. Dios le indico que su prima Elisabeth también estaba embarazada, Y he aquí tu parienta Elisabeth,  ella también ha concebido hijo en su vejez;  y este es el sexto mes para ella,  la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor;  hágase conmigo conforme a tu palabra.  Y el ángel se fue de su presencia. En aquellos días,  levantándose María,  fue de prisa a la montaña,  a una ciudad de Judá;(Lucas 1:36-39 RV60) Esto es muy importante porque en el principio de cuando recibimos la visión, es como un embrión que se está “gestando” en nuestro espíritu, y Dios nos lleva con personas que también como nosotros, están embarazadas de una visión de Dios. Entre más nos rodeemos de personas de visión, lo que hemos recibido de parte de Dios será afirmado, hablaremos el mismo lenguaje de la fe, de los sueños y de las visiones de Dios. Hay una conexión a nivel del espíritu, Y aconteció que cuando oyó Elisabeth la salutación de María,  la criatura saltó en su vientre;  y Elisabeth fue llena del Espíritu Santo, (Lucas 1:41 RV60)
En tercer lugar, Dios nos da una palabra que nos sostiene hasta que damos a luz la visión que Dios nos ha dado. Y exclamó a gran voz,  y dijo: Bendita tú entre las mujeres,  y bendito el fruto de tu vientre. (Lucas 1:42 RV60) Esta palabra de Dios, no solamente confirmo lo que Dios ya había depositado en el espíritu de María, pero la sostuvo en los momentos difíciles del embarazo, aun cuando no tenia donde dar a luz “el niño” que cargaba en su vientre. Esta palabra nos da identidad, y reafirma lo que Dios ya estado tratando en nuestro corazón, Entonces el ángel le dijo: María,  no temas,  porque has hallado gracia delante de Dios. (Lucas 1:30 RV60)
Por último, la visión debe de “provocar” en nosotros una actitud de fe, y paso a paso llevarnos a una completa compresión de la visión que hemos recibido, Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí,  desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones.  (Lucas 1:46-48 RV60) María entendió que lo que Dios le “entregaba” no solamente era una bendición exclusivamente para ella, o para unos pocos, pero que su visión, afectaría a multitudes, a generaciones. Esto no provoco orgullo, sino humildad, al poder comprender la grandeza de la visión de Dios. Porque ha mirado la bajeza de su sierva;  Pues he aquí,  desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. (Lucas 1:48 RV60)
Recibamos en nuestros corazón su visión, hoy declaro que se aclara lo que se está agestando en nuestro corazón, que se genera la vida de Dios en nuestro espíritu, y que dé a luz, el sueño sembrado de Dios en nuestros corazones, porque muchos será bendecidos, y afectara el presente, pero aun a las generaciones futuras. Por eso nos unimos a las palabras de una mujer embarazada de la visión más gloriosa de Dios, ¡El Dios, encarnado viniendo a rescatar y salvar lo que estaba perdido!

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