Si la misión de Cristo no la vivimos en el mundo hemos perdido de vista
la misión original de Jesús
Cuando me convertí, la Iglesia evangélica en general enfatizaba la necesidad
de separarnos del mundo, y hasta había un sentir no declarada abiertamente por
la mayoría, pero que era el sentir de un gran sector de la iglesia; el mundo es
nuestro enemigo; Ninguna de estas dos actitudes está de acuerdo con la vida de
Cristo, ni lo que El esperaba de sus discípulos. Una de sus últimas oraciones
no ayuda a entender esto, Jesús le pido al padre, << No ruego que los quites del
mundo, sino que los guardes del maligno.
(16) No son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo. (17) Santifícalos en la verdad; tu palabra es
verdad. (18) Así como tú me enviaste al mundo, también yo
los he enviado al mundo>>. (Juan 17:15-18 RVA) Hemos
sido enviados al mundo, nuestra misión es el mundo. A diferencia de cómo nos
perciba el mundo, nosotros hemos recibido la tarea de ir al mundo.
La verdad es que no podemos
"encerrar" el evangelio en las cuatro paredes de nuestra Iglesia, o enfocarlo
únicamente a los asuntos del corazón; Jesús lo llevo a donde quiera que
estaba la gente y las esferas de la vida diaria. Su mensaje y obra afecto a la
persona completa; Alma, espíritu y cuerpo.
Los discípulos de Cristo somos
puestos en el mundo como la "levadura"
que leuda (Influencia) a todo el mundo, (Mat.13:33).
Somos la luz que iluminamos la
obscuridad, y la sal que por su influencia preserva y no permite que el mundo
se corrompa completamente, <<Vosotros
sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. (15) Ni
se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y
alumbra a todos los que están en casa. (16) Así alumbre vuestra luz delante de los
hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que
está en los cielos>>. (Mat. 5:14-16 RV60). Nada de esto
sería posible si tenemos un evangelio confinado a lo espiritual o los asuntos
del corazón. 
El mundo es nuestro campo a donde hemos sido enviados como sus
obreros, y al igual que un campo de trigo, a menos que nos adentremos al campo,
nunca podremos recoger toda la cosecha. El mundo es la misión de Dios es el lugar a donde Dios nos ha enviado.
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