lunes, 4 de octubre de 2010

“Lo que hemos Oído, Contemplado, y Palpado”

1 Juan 1:1-3 RV60  Lo que era desde el principio,  lo que hemos oído,  lo que hemos visto con nuestros ojos,  lo que hemos contemplado,  y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida  (2)  (porque la vida fue manifestada,  y la hemos visto,  y testificamos,  y os anunciamos la vida eterna,  la cual estaba con el Padre,  y se nos manifestó);  (3)  lo que hemos visto y oído,  eso os anunciamos,  para que también vosotros tengáis comunión con nosotros;  y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre,  y con su Hijo Jesucristo.

Ser un discípulo de Cristo, es mas que tener información, o conocer intelectualmente sobre Jesús el ungido de Dios. Es una experiencia que envuelve todo nuestro ser; espíritu, alma, y cuerpo. A través de la oración tenemos comunión con él, a través de nuestra adoración expresamos el sentir de nuestra alma, y en el vivir de nuestra vida diaria, caminamos con el en todos los asuntos de nuestra vida. El apóstol Juan nos declara que él está hablando de lo que el ha vivido. Si bien lo decía en el contexto de las herejías de sus  días especialmente el Gnosticismo que declaraban que Jesús no había existido corporalmente, el principio de la experiencia personal es todavía valido.
  • Si todo lo que hablo son palabras de motivación, es porque he estado leyendo libros de motivación disfrazados como palabra de Dios, que incrustan “aquí y allá” uno que otro pasaje de la escritura para dar la impresión de cristianismo.
  • Si todo lo que hablo es de lo que alguien más dice, es porque he estado leyendo lo que otros han leído, de otros, detrás de un escritorio, o de una computadora en línea y con google.
  • Si todo lo que hablo son frases gastadas, y superfluas es porque no he meditado en su palabra, ni mi relación con Jesús es viva, y real.
  • Si todo lo que hablo son de los programas de televisión de moda, y “reality shows”, de las nuevas películas, de vampiros y romances, de concursos de canto y baile que exaltan la sensualidad, y la superfluidad de nuestra cultura, pero no del reino de los cielos.
  • Si me emociona que una mexicana sea la reina de belleza, he perdido el significado de la verdadera belleza de tu creación, ahora valoro lo que el mundo valora. (Mat 5:8) ¿Sera que pasó más tiempo enfrente del televisor, que delante del trono de tu gracia? 
¡No puedo ser testigo de Jesús, no lo he oído, no lo he palpado, ni lo he contemplado!
¡No puedo dar lo que no tengo! (Hechos 3:6) Señor, ayúdame a tocarte, a oírte y a palparte en mi vida, para que pueda reflejar a este mundo tu luz, tu vida, tu obra en la cruz y tu victoria sobre la muerte. Para que un día toda lengua confiese que tu eres el Señor de la historia, para que nos unamos al clamor de la creación que al unisonó diariamente declara tu gloria.

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